Debido al paso del tiempo, las cosas va perdiendo su valor base o su valor inicial. Lo mismo sucede con los activos de una empresa, pues a lo largo del tiempo, éstos pierden su valor. No obstante, esa pérdida se contabiliza dando lugar así al concepto de amortización.
La amortización es el concepto que define la pérdida del valor de un determinado activo o pasivo a lo largo del tiempo. Dicha pérdida debe tenerse en cuenta, pues se pueden realizar ajustes contables entre el precio de dicho activo en el mercado y su valor original. De este modo, conseguimos que el valor futuro de un producto, bien o servicio se aplace lo máximo posible a una situación en la que el producto realmente haya perdido su funcionalidad y potencial.
¿Para qué sirve y en qué nos ayuda la amortización?
El principal objetivo de la amortización es poder repartir el coste de tener que invertir de nuevo en un activo entre los siguientes años del uso de dicho activo. Esto permite ahorrar costes futuros, pues no tenemos que preocuparnos en reunir dinero de nuevo para una nueva inversión.
Podemos ver el término de amortización de dos modos:
- Contabilizándose como una reducción directa del activo y un gasto en la Cuenta de Pérdidas y Ganancias.
- Contabilizándose en la Cuenta de Pérdidas de Ganancias, mientras que en el balance no se disminuye el valor del activo, creándose en su lugar una partida de pasivo para la disminución del capital.
El método lineal como sistema de amortización
Por último, destacar que existen algunos sistemas de amortización, aunque el más común de todos ellos es el método lineal pues que es también muy fácil y simple de aplicar.
El método lineal establece las cuotas de amortización como lineales, por lo que cada año se tendrá la misma parte de amortización. Ejemplo: se invierte en un camión por valor de 20.000€, siendo su vida útil unos 10 años. Por ello, la amortización por año será de 2.000€ (correspondiente a dividir el importe del activo entre los años que se irá amortizando).
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