Morosidad

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La morosidad es una práctica que se da cuando un deudor no cumple con el pago de sus obligaciones cuando vencen. Dicho deudor puede ser una persona o una organización.

No obstante, no toda persona puede llegar a ser moroso. Para que pueda ser definida como tal debe de existir un documento contractual (una factura, un cheque, un contrato...) en el que venga la cantidad, fecha y forma de pago, así como las condiciones que debe cumplir (o debería haber cumplido) dicha persona.

¿Qué mide la morosidad?

Lo que se mide en la morosidad es la mora que se producen en los pagos, siendo un ratio interesante para transacciones comerciales, intercambios o finanzas.


Conocer el ratio de morosidad nos permitirá cubrir de posibles riesgos que nos puedan ocasionar determinados agentes por el impago de obligaciones de las relaciones que establezcamos con ellos. Existen registros públicos que permiten ver qué personas son morosas o no, para así asegurarnos la negociación de la financiación u otras transacciones que podríamos establecer con ellos.

Cálculo de la morosidad

¿Y cómo se mide la morosidad? Para ello usaremos una tasa, que nos permita conocer la calidad y situación de una persona.

El cálculo se trata de dividir la cantidad de créditos u otras obligaciones que no se han devuelto en su fecha de vencimiento (o morosos) entre la cantidad total que posee la organización o entidad a la que se le debe el dinero.

A través de este cálculo salen dos conceptos: el de mora y fallo. La morosidad son los que se han demorado a la hora de cumplir sus obligaciones; por otro lado, los créditos u obligaciones fallidas o incobrables son las que se han depreciado su valor y no se puede asumir la deuda, porque se puede entrar en quiebra o negligencia.