Costes variables
Entre los gastos que debe afrontar una empresa no sólo encontramos los costes fijos, sino que también hay una serie de costes variables que debemos tener en cuenta a la hora de crear o gestionar un negocio. Estos costes variables se diferencian de los fijos en que están sujetos a la actividad de la empresa.
De tal forma que si hay un cambio en el volumen del negocio o en la producción de la empresa, estos costes variables se verán afectados. Esto se podría traducir en que si aumenta la producción o el volumen de ventas, los costes variables aumentarán, al igual que si disminuye la producción o las ventas, también bajarán este tipo de costes.
De hecho, los costes variables es uno de los elementos que toda empresa necesita para calcular su punto de equilibrio, junto a los costes fijos.
¿Cómo son los costes variables?
Su variabilidad no es la única peculiaridad de estos costes, pues también se caracterizan por:
- La posibilidad de control y gestión en el corto plazo
- Su proporcionalidad y dependencia de la cantidad de productos producidos
- Su desaparición si se anula la producción
- Su dependencia del volumen en vez de regirse por el tiempo
- Su regulación y clasificación en el departamento administrativo.
¿Cuáles son los costes variables de una empresa?
Estos costes variables se pueden subdividir a su vez en 3 tipos distintos en base a sus características:
- Costes variables proporcionales: en este grupo el coste varía en proporción a la producción, pero el coste variable unitario persiste
- Costes variables progresivos: en este caso el coste varía más de lo que cambia la producción y el coste variable unitario es ascendente
- Costes variables degresivos: este tipo de coste cambia menos de lo que varía la producción, mientras que el coste variable unitario es descendiente.
Entre los ejemplos de costes variables que podemos encontrar en una empresa destacan las materias primas, la mano de obra o el embalaje y el empaquetado de los productos, pues todos ellos dependen de la producción.